Uno, dos, tres... te cepillabas el cabello ciento cincuenta veces. Diez, once, doce... lo hacías muy lentamente. Veinte, veintiuno, veintidós... intentabas por todos los medios en tardarte lo mas que pudieras, a veces incluso te retrocedías unos cuantos números, pero yo siempre te corregía. Cincuenta, cincuenta y uno, cincuenta y dos... Nunca me impacientaba, sabía que en algún momento ibas a terminar, sabía que eso rizos negros no podían evitar lo inevitable. Noventa, noventa y uno, noventa y dos... No importaba cuanto lo retuvieras, al final siempre te mostraba mi amor. Ciento diez, ciento once, ciento doce... Te mirabas en el espejo, me veías a mi en el fondo, paciente, en tu cama, esperando. Ciento treinta, ciento treinta y uno, ciento treinta y dos... La diferencia de edad no importaba. Ciento cuarenta, ciento cuarenta y uno, ciento cuarenta y dos... La consanguinidad tampoco me resultaba relevante, aún así te deseaba, aún así te amaba. Ciento cincuenta. Y sobre el tocador dejabas el cepillo.
Friday, October 15, 2004
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